jueves, 21 de marzo de 2013

La tragedia de Lord Bonachón


En un tiempo no muy lejano, en pleno auge de los caballeros, un reconocido noble creyó tener una desgracia; así como creyó tenerla, también creyó haberla solucionado.
Este noble caballero, Lord Bonachón, ganó varias batallas desde su nombramiento, pasando de ser comisario de hermosa aldea llamada “La Célula” hasta, conseguir su más preciado anhelo, llegar a ser miembro de la corte real; y como miembro de la corte consiguió ser nombrado como gobernador de culto.
Lord Bonachón, una gran persona, honrada y respetada por todos, un gran guerrero, que logró múltiples  victorias, un gran consejero, que logró conseguir un lugar de privilegio en la corte real, un día se encontró con un cuadro muy triste. Después de una jornada saturada de actividades, Bonachón despertó, un frío espectral recorrió su cuerpo, se encontraba raro, no tenía fuerzas ni siquiera para enderezarse de su cama; como con un acto reflejo giró la cabeza y miró a su derecha, donde dejaba su espada, y observó que esta se encontraba desafilada y maltratada. Con mucho esfuerzo logró enderezarse, y cuando pudo mantenerse en pie una desoladora tristeza invadió su corazón, incrédulo de lo que veía busco un espejo, después de ver su reflejo la tristeza se convirtió en amargura. La armadura que durante tanto tiempo fue símbolo de respeto ahora se encontraba oxidada, parecía que apenas podía mantenerse una parte sujeta con la otra, el brillo y los detalles que la destacaban de las demás armaduras casi eran imperceptibles. En la soledad de su habitación pensó en un momento en quitársela y repararla, también pensó en devolverle el filo a su espada, pero de inmediato recordó que a la hora siguiente tenía una importante reunión en la corte real, tomando su espada la enfundó y de esa manera cubrir lo maltratada que estaba, tomó una capa color púrpura  y cubrió su armadura, se presento en la corte  con una sonrisa cubrió su tristeza; dentro de sí surgió la idea de cuando volviera solucionar su estado, pero paso un día y dos, y las actividades los volvieron a abrumar, y de esa manera pasaron los meses y los años, nunca tuvo tiempo de solucionar su estado.
Un día, en una noche tormentosa y fría, sus enemigos arremetieron contra él, volteándolo rápidamente de su caballo lo rodearon, intentando esquivar los ataques su agilidad lo traicionó, el oxido de su armadura le impidió moverse, recibió golpes mortales, pero su armadura no logró defenderlo, desenvainando su espada intentó un ataque, pero esta ya no producía daño alguno, se encontraba sin filo y hasta parecía atorada en le vaina por el oxido. Al día siguiente un comerciante que iba de paso lo vio tendido a la orilla del camino, bajó de inmediato de su carreta para socorrerlo, pero este yacía muerto, con ayuda de un criado lo subieron a la carreta y lo llevaron a la ciudad real, nadie podía creer que Lord Bonachón estaba muerto, pero lo que mas le costo creer era el estado deplorable que se encontraba su armadura y su espada.

Esta triste historia la vemos a diario en cientos de líderes y miembros en las congregaciones, un buen día se dan cuanta que su estado espiritual no es el adecuado, Dios permite por medio del Espíritu Santo que se puedan ver como por un espejo, la angustia invade su corazón, pero lamentablemente piensan que es mas importante cumplir con la obra de Dios que poder ser la persona de Dios. Días tras día surge el pensamiento de solucionarlo, pero cubrir es más rápido que solucionar, la idea de que al andar sin su armadura lo hará perder el respeto que los demás le tienen se convierte en su trampa mortal, pero el no tener su espada en condiciones se volvió su tragedia. Cuando lo ven por ahí, la gente no puede creer que ese que parecía ser la encarnación de Samuel ahora está apartado o peor aun, que se encuentre fuera de la gracia de Dios. Y en esa persona lo único que queda de Dios es un simple recuerdo, como alguna que otra competencia ganada en su época estudiantil, ahora no es mas que pasado.
La pregunta que nos surge en esos momentos es un simple ¿por qué? ó ¿qué sucedió? pero la verdad es que nadie conoce las razones, solo hay suposiciones de lo sucedido. Lo importante ahora es que Lord Bonachón ya no se encuentra entre nosotros, toda una vida de triunfos ahora se encuentra arrasada por la tragedia, pero esa tragedia comenzó cuando se aparto de las sendas antiguas.

martes, 19 de marzo de 2013

El legado de Caballero.


Durante muchos años los caballeros fueron los encargados de mantener el orden y la paz en los  reinos. Pero no todos podían ser caballeros, para ello eran necesario tener un titulo de nobleza. Otra características de ellos eran sus imponentes armaduras, sus caballos, sus escudos y espadas y su inconfundible emblema que mostraba su linaje y para que reino combatían.
Algunas de las características de los caballeros eran:
·        Nunca podían perder su honor de caballeros.
·        Su fortaleza no venia de sus músculos, sino de su espíritu.
·        No soportaban la injusticia.
·        Nunca se daban por vencido.
·  Su confianza en si mismo le permitía vencer a los mas grandes temores.
·        Nunca abandonan el campo de batalla, sino hasta ver a su enemigo destruido.

Pero hoy estos valores ya casi son extintos, nadie los recuerda, sino por las películas como Lancelot o El rey Arturo. Pero estos aun existen, solo que ya no van en caballos y no usan pesadas armaduras, no se dan a conocer en público, pero se los distingue por sus principios y valores.
No necesitan un titulo de nobleza, sino que han adquirido uno mucho mas valioso, ya no son Lord, Conde, Sir o Duque, ahora el titulo es “Hijos de Dios”. Su armadura imponente la cambiaron por la armadura de Dios, su escudo es la fe y, su espada la palabra de Dios. Su bandera es la del Señor y llevan la marca de Cristo en su vida como emblema de su linaje.
Algunas de su características son:
·        El honor de ser dignos Hijos de Dios vale mas que todo.
·     Su fuerza no viene de sus músculos, sino del Espíritu Santo de Dios.
·        No soportan la injusticia.
·        Nunca bajan los brazos.
·        No tiene miedo a nada porque saben en quien confían.
·        Nunca abandonamos lo que les fue encomendado.

Verán injusticias, perversidades, la mano del enemigo alcanzando a muchos, familias destruidas, hijos desamparados, muerte y destrucción. Pero ni siquiera con eso se  darán por vencidos, porque son los únicos caballeros llamados a una batalla ganada, la derrota no se encuentra en su vocabulario y el retroceder no lo conocen. El arma mas poderosa de nuestro enemigo es nada en comparación de las que les fueron entregadas.
Serán esposos y esposas, serán padres, serán abuelos, pero a pesar de eso nunca dejarán de ser caballeros, guerreros en el frente de batalla, siempre preparados para resistir cada intento del enemigo de atacar, siempre dispuestos a ayudar a los débiles en la fe.



"Que las circunstancias nunca te hagan olvidar quien sos" 

sábado, 16 de marzo de 2013

Pensamientos 2



miércoles, 13 de marzo de 2013

Es espíritu de Caleb


“Pero a mi siervo Caleb,  por cuanto hubo en él otro espíritu,  y decidió ir en pos de mí,  yo le meteré en la tierra donde entró,  y su descendencia la tendrá en posesión.” (Num 14:24)


Siempre me intereso la historia de Caleb, que a la edad de 40 años fue como espía a la tierra prometida, y él junto con Josué fueron los únicos que creyeron y fueron los que pudieron salvar su vida, a causa de ello Moisés le prometió a Caleb que la tierra que él piso sería para él (Jos. 14:9) Por esa razón a la edad de 85 años recibió la herencia que se le había prometido, el monte de Hebrón. Él tenía un espíritu diferente a los demás, lo tubo cuando creyó y lo tubo cuando conquistó, sus fuerzas no cambiaron nunca. Las mismas fuerzas que tubo cuando visito por primera vez la tierra prometida, eran las mismas que tenía cuando la conquistó, pero eso era solo porque en él la promesa era mas fuerte que sus músculos, la promesa era mas fuerte que el tiempo, la promesa que Dios le había entregado era lo mas fuerte que se encontraba en su vida, la promesa lo mantenía vivo.

Si hace mucho años recibiste una promesa de Dios, Dios no puede negarse a si mismo (2º Ti 2:13), por eso esa promesa permanece inmutable, esa promesa es la que te da fuerzas, es la que te hace diferente a los demás. Caleb triunfo por guardar la promesa que Dios le había, si hubiese visto la actitud de sus 10 compañeros, y en ese momento renegara de ellos no habría recibido la promesa, si pensaba en el tiempo que tardo en llegar la promesa no la recordaría, si se fijaba en la edad que tenia cuando la promesa llegó no le quedarían fuerzas para luchar, pero estas cosas son las que no hizo, la promesa era carne en él, la promesa lo mantenía vivo. La promesa siempre está, solo hay que recordarla, si se ha olvidado, es porque nosotros olvidamos, Dios no olvida lo que promete.

lunes, 4 de marzo de 2013

La cena del Señor

Algo de que dicen se caracterizan los cristianos es de no ser religiosos, pero ¿Realmente es esto así o la religión es algo inherente a la naturaleza humana (viejo hombre)?
Recuerdo que de niño siempre antes de la ministración de la cena del señor debíamos de  arreglar nuestras cuentas ante Dios para ser dignos, pedir perdón por nuestro pecados y si estábamos distanciados con alguien deberíamos de solucionar nuestras diferencias antes. Pero ¿Esto es a lo que se refería el Apóstol Pablo al participar de la cena indignamente?
Al fin de cuentas parecería que participar del cuerpo y de la sangre de Nuestro Señor es solo el acto religioso de la cena del Señor, un simple acto de adoración externa. Pero esta adoración externa ¿Es un reflejo de la adoración interna?
Cuando participamos del pan ¿ Somos consientes de los que hacemos? Ese pan simboliza su sufrimiento por nosotros. Su sacrificio como cordero de Dios, un sacrificio perfecto, gracias al cual fuimos liberados del yugo de esclavitud (Gal. 5:1) volviéndonos parte del Cuerpo de Cristo (1Co. 12:27) ¿Y cuando participamos de la copa? ¿Sabemos que simboliza el nuevo pacto? Un nuevo pacto con mejores promesas; promesas y bendiciones de las cuales disfrutamos a diario (Heb. 8:6).
Participar del pan es ser miembro de su cuerpo y participar de la sangre es ser participes de su pacto. Entonces podemos decir que si nos consideramos (pruébese cada uno a sí mismo - 1Co 11:28) miembros del cuerpo de Cristo y somos consientes de la magnitud de su sacrificio, vemos en nuestras vidas el fruto de sus bendiciones producto de su sangre, símbolo de un mejor pacto y a pesar de esto llevamos una vida indigna de Cristo, juicio comemos y bebemos para sí (1Co 11:29).

Si somos consientes de que somos miembros del cuerpo de Cristo y participes de un mejor pacto debemos de reflejarlo en nuestras vidas con un comportamiento digno de nuestro Señor.

La consecuencia de participar indignamente, o mejor dicho, no llevar una vida digna de nuestro Señor es: cristianos débiles o enfermos espiritualmente y algunos dormidos (1Co 11:30).

El acto simbólico de la cena del Señor tiene que ser un reflejo exterior de nuestra vida interior..