miércoles, 13 de marzo de 2013

Es espíritu de Caleb


“Pero a mi siervo Caleb,  por cuanto hubo en él otro espíritu,  y decidió ir en pos de mí,  yo le meteré en la tierra donde entró,  y su descendencia la tendrá en posesión.” (Num 14:24)


Siempre me intereso la historia de Caleb, que a la edad de 40 años fue como espía a la tierra prometida, y él junto con Josué fueron los únicos que creyeron y fueron los que pudieron salvar su vida, a causa de ello Moisés le prometió a Caleb que la tierra que él piso sería para él (Jos. 14:9) Por esa razón a la edad de 85 años recibió la herencia que se le había prometido, el monte de Hebrón. Él tenía un espíritu diferente a los demás, lo tubo cuando creyó y lo tubo cuando conquistó, sus fuerzas no cambiaron nunca. Las mismas fuerzas que tubo cuando visito por primera vez la tierra prometida, eran las mismas que tenía cuando la conquistó, pero eso era solo porque en él la promesa era mas fuerte que sus músculos, la promesa era mas fuerte que el tiempo, la promesa que Dios le había entregado era lo mas fuerte que se encontraba en su vida, la promesa lo mantenía vivo.

Si hace mucho años recibiste una promesa de Dios, Dios no puede negarse a si mismo (2º Ti 2:13), por eso esa promesa permanece inmutable, esa promesa es la que te da fuerzas, es la que te hace diferente a los demás. Caleb triunfo por guardar la promesa que Dios le había, si hubiese visto la actitud de sus 10 compañeros, y en ese momento renegara de ellos no habría recibido la promesa, si pensaba en el tiempo que tardo en llegar la promesa no la recordaría, si se fijaba en la edad que tenia cuando la promesa llegó no le quedarían fuerzas para luchar, pero estas cosas son las que no hizo, la promesa era carne en él, la promesa lo mantenía vivo. La promesa siempre está, solo hay que recordarla, si se ha olvidado, es porque nosotros olvidamos, Dios no olvida lo que promete.